La supervisión psicológica es un término que se refiere al apoyo que reciben los profesionales de la salud mental, principalmente psicólogos y psiquiatras, ofreciéndoles la supervisión y el apoyo de un profesional más experimentado.

Cuando se hace bien, la supervisión psicológica es clave para el éxito futuro y la prosperidad de los terapeutas noveles. Bajo las alas de un supervisor experto y competente, la comprensión intelectual de un terapeuta novato se transforma en intervenciones de la vida real que pueden mejorar profundamente la vida de los demás.

Qué es la supervisión psicológica

La terapia es intrínsecamente privada, sin gestores ni supervisores directos. En cambio, los terapeutas en formación y los terapeutas que buscan estar actualizados, utilizan la supervisión psicológica (también denominada clínica) para perfeccionar sus habilidades.

Entendemos la supervisión psicológica como una actividad profesional distinta en la que la educación y la formación están diseñadas para desarrollar una práctica psicoterapéutica con base científica a través de un proceso de colaboración interpersonal.

Como señalan los colegas de Psicología Zaragoza, «la supervisión incluye la observación, la evaluación y la retroalimentación, y facilita la autoevaluación del supervisado, para reconocer los puntos fuertes y los talentos del supervisado, fomentando la autoeficacia».

Durante la supervisión clínica, un terapeuta en formación se reúne con un terapeuta más experimentado para discutir casos, estrategias de tratamiento y otros temas importantes. Un aspecto clave de la supervisión psicológica suele ser ayudar a los terapeutas a aprender a compartimentar sus propias emociones y practicar un mejor autocuidado.

Por qué es importante la supervisión psicológica

La terapia es tanto un arte como una ciencia. Los terapeutas tienen el deber ético de proteger los intereses de sus clientes y ofrecer una terapia de calidad. La supervisión psicológica te permite aprender haciendo, mejorando el servicio a tus clientes.

La supervisión ofrece una retroalimentación continua de alguien con más experiencia y habilidad. En lugar de basarte en principios vagos de un libro de texto o de un aula, recibirás feedback sobre dilemas terapéuticos del mundo real.

Competencias necesarias para una buena supervisión psicológica

Una buena supervisión psicológica tiene en cuenta una serie de directrices, que podríamos organizar entorno a siete ámbitos. Incluyen la competencia en la propia supervisión, así como en la relación de supervisión, la profesionalidad, la valoración, la evaluación, la retroalimentación, y las consideraciones éticas, legales y reglamentarias.

Uno de los puntos principales de las directrices es que la supervisión debe considerarse un conjunto único de habilidades, independiente de las habilidades terapéuticas o de otras habilidades aparentemente relacionadas, como la consultoría, la enseñanza o la terapia.

La supervisión psicológica es realmente una disciplina en sí misma que requiere habilidades, conocimientos y actitudes concretas. Las directrices también analizan la investigación que proporciona pistas sobre lo que constituye una buena supervisión y qué áreas necesitan más estudio.

Retroalimentación de calidad

Una buena supervisión también implica dar una retroalimentación consistente y de alta calidad. Una buena retroalimentación es exhaustiva, oportuna, honesta y útil, mientras que una mala retroalimentación va desde la vaguedad y la falta de claridad hasta la ceguera.

Asimismo, los buenos supervisores utilizan métodos y estrategias de evaluación que les permitan dar una retroalimentación adecuada: por ejemplo, la grabación periódica en vídeo y la discusión de las sesiones.

Otras consideraciones durante la supervisión psicológica

Por último, los buenos supervisores deben estar atentos a las diferencias culturales, de género, étnicas y de otro tipo entre ellos mismos, sus supervisados y los clientes de sus supervisados.

Los supervisores deben pensar constantemente en sus propias visiones del mundo, en las visiones del mundo de los demás, en su propia condición de diversidad en múltiples dimensiones y en cómo ésta se cruza con la visión del mundo del supervisado, y en cómo todo esto se relaciona con el problema que presenta el cliente.

Conclusiones

Un terapeuta se beneficia de la supervisión psicológica o clínica para mejorar su desempeño profesional con los pacientes, y también para garantizar el mejor camino posible para su desarrollo profesional y personal.

El supervisor no sólo es responsable de las acciones de la persona y de la gestión de su carga de trabajo y sus atribuciones, sino que también le ayuda a reflexionar y renovarse como profesional. Esto puede abarcar la discusión de su papel, la interfaz entre lo personal y lo profesional, cómo desea desarrollarse, ayudándole a vincular la teoría y la práctica y a formular lo que ocurre con los casos complejos.

El supervisor psicológico también comparte su propia experiencia, toma de decisiones e interpretación con las observaciones, experiencias y recopilación de información del supervisado. La clave de una gran supervisión es un proceso colaborativo e interactivo que ayuda a mejorar las habilidades clínicas y facilita el crecimiento personal y profesional.